CARTA
ABIERTA AL PRESIDENTE DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Todo el
mundo se está haciendo bolas con la elección apócrifa de los miembros del
Tribunal Constitucional del Perú.
Cuando el
relator leyó en el Congreso el
reglamento de la ley de cómo debía efectuarse la elección, este decía que debía
elegirse a cada miembro propuesto en forma independiente, es decir unipersonalmente,
por mandato de la Constitución, sin
embargo se los votó en masa, como una manada de animales, como si todos fueran
una sola persona, con las mismas características de idoneidad para ocupar los
cargos más importantes de la nación después del Presidente de la República.
Ello ha
constituido una grave violación de la Constitución, ante la cual el actual Tribunal Constitucional no
puede permaneces impasible, debiendo de actuar DE OFICIO Y ANULAR la apócrifa e impropia elección efectuada por
los congresistas, en un contubernio de
partidos confines políticos personalistas, con algunos propuestos miembros gravemente
cuestionados en diferentes aspectos de su comportamiento ante la sociedad y el
país.
La
anulación debe proceder a menos que en algún artículo de nuestra actual constitución
se diga expresamente que los candidatos al Tribunal Constitucional pueden ser
sometidos a votación en forma conjunta y no en forma individual. O de lo
contrario se haya hecho constitucionalmente UNA ENMIENDA a la votación de
miembro por miembro, para que los candidatos puedan ser elegidos en forma conjunta
para ser miembros del Tribunal Constitucional, y que tal enmienda figure
oficialmente en la actual Constitución del estado peruano.
De no
ser así, es indudable que persistir en el nombramiento de tales personas va a desmerecer
el prestigio, la idoneidad y ética de tan importante institución del Estado
peruano, como es el Tribunal Constitucional, derivando en su propio descrédito
a nivel nacional e internacional.
Es muy
urgente corregir, pues, tan grave
proceder del Congreso de la República, forzado a dar su voto bajo la presión de
vergonzosas y públicas amenazas y condicionamientos de uno o más indecentes congresistas,
faltos de la más mínima moral.
Importantes y dignas instituciones y
personalidades han ya manifestado su desaprobación de tal elección. La voz del pueblo
es la voz de Dios.
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