VIVA EL CINE CLÁSICO.
Amé el cine
desde que estuve en las entrañas de mi madre, cinéfila de primera calidad, por
su profesión de diseñadora de modas. Iba con mi padre, y veían películas A1,
hoy clásicas maravillosas, en que los buenos directores tienen su mejor
escuela, que yo asimilé genéticamente para que, desde mi niñez a mi edad madura y más dura, me dedicara con gran amor a trabajar en el
maravilloso sétimo arte, que para mí era tout l´art, y lo sigue siendo hasta
ahora. Soñaba con seguir en el 35 mm, después de haber pasado por el 8 y 16mm. Esta noticia de su blog en Google
ha matado mis sueños, y ahora abordaré el cine digital, necesariamente, como
creativo, escritor y director que soy en esta maravillosa “industriart”. Se nos
facilitan las cosas para quienes estamos en esta “locura”, pero al mismo tiempo
se nos encarecen enormemente, pero, también, creo que ganamos en tiempo. Sin
embargo, pienso que el 35 mm. en los cines que aún usan tremendos armatostes
como proyectores, no deberían desaparecer. Buenos capitalistas y hasta
gobiernos locales y centrales deberían conservarlos, los que estén en aún en
perfectas condiciones, como reliquias valiosas de la cinematografía que nos han
dado tanto y todo, y en parte, para la formación comunicacional del
conocimiento, la historia, el arte, la ciencia, la literatura, la biografía, la
distracción, el drama, la comedia, la música popular hasta la ópera clásica, y
centenas de géneros, que nos han hecho descubrir y conocer a grandes genios de
la humanidad, y talentos de todos los tiempos, y al mismo tiempo a los célebres
realizadores de films que jamás olvidaremos, a todas las generaciones que se
han nutrido de todo ello hasta nuestros
días, desde que nuestros abuelos, bisabuelos y tatarabuelos de hoy, tuvieron la
ocasión de ver, en el Cinematographe (de
los hermanos) Lumiere, aquellos famosos cortos que realizaron filmados (1895) en celuloide en blanco y negro, ya en 35mm,
con una cámara de cajón a manivela y exhibidas
en proyector, también a manivela, en que estaba aquel pequeño film “Viaje
a la Luna”, hasta los que hoy vemos como “Gravity”, “película” producida y
exhibida totalmente en cine digital (cámaras y efectos especiales
digitales) en pantalla gigante y tercera
dimensión. O, hasta películas inolvidables que vimos, que volvimos a ver y que volveremos a ver, que han visto nuestros
padres, nuestros hijos, sus hijos y sus hijos y sus nietos y
sus tataranietos. Me refiero al cine mudo que nos hizo reír hasta llorar, sin
necesidad de hablar, conmoviéndonos hasta el alma: las películas de Charlie
Chaplin. Que, por lo menos, cada ciudad conserve una sala de cine clásico de 35
mm. como museo del 7° Arte. Fernando Rivera Lazo.
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